Luego de leer detenidamente la “carta abierta” de los sostenedores del Colegio Alcántara de La Florida, con fecha 24 de agosto de 2011, he tomado la decisión de responder y aclarar ciertos puntos de ella, de los cuales discrepo –si es que se puede diferir a cerca de ciertos hechos.
Primero, me parece una contradicción decir que se valora y respeta que nosotros, los estudiantes, seamos protagonistas de los cambios que requiere el sistema educativo de nuestro país; que se valore que “los alumnos solidaricen con las necesidades de miles de otros estudiantes que no han tenidos acceso a una educación de calidad”, para luego instar que se deponga la toma, con la consigna: ”tanto los alumnos de cuartos medios que no tienen tiempo para recuperar sus clases, como también aquellos que por estar actualmente en riesgo de perder el año escolar, producto de sus bajas calificaciones, puedan ver impedidas sus posibilidades de salvar el año escolar”. ¿Acaso los alumnos que pueden perder el año, debido a sus notas, no pueden “salvar el año” durante el período recuperativo de clases? Según tengo entendido, las pruebas o, en general, las evaluaciones, se reorganizarán para que todas éstas se lleven a cabo, por lo que, tenerlas unos días antes o unos días después, no afectaría de gran manera –al menos al punto que se señala. En cuanto a la situación de los cuartos medios, tampoco habría problemas, puesto que lo que se recuperan son horas –no días en sí mismos– y, como los alumnos de éstos cursos se retiran al medio día durante el segundo semestre, alcanzaría el tiempo para poder recuperar.
¿Es acaso una apelación al egoísmo? Claramente sí. Lo que se puede leer entre líneas es: como tú tienes educación de calidad –hasta cierto punto, ya que como todos sabemos, nada es perfecto, así que hay que tener ojo con eso, ya que no porque no se mencionen ahora las falencias, puesto que no son el meollo en estos momentos, no significa que no existen–, no te manifiestes, no te expreses, no protestes, no opines, no reclames, no luches. Nuevamente, una antítesis: “(…) Estamos convencidos que nuestros colegios deben estar abiertos a las manifestaciones ciudadanas. Es un deber como educadores acompañar a los jóvenes, sin miedo ni ambigüedades (…)”.
En segundo lugar, difiero en lo mencionado al final de séptimo párrafo. Cito: “(…) Menos aún, cuando al interior de cada colegio se han dado todas las instancias para que los alumnos, especialmente los de enseñanza media, pudieran expresar su solidaridad con el movimiento estudiantil de forma pacífica, a través de jornadas de reflexión, flexibilidad de los horarios de trabajo, entre otras (…)”. Al parecer, los sostenedores de nuestro colegio, no están al tanto de lo que sucede al interior del recinto, puesto que nunca –están todos mis compañeros de media para corroborarlo– hubo jornadas de reflexión. Lo más cercano a esto, podría ser la vez cuando estudiantes de Licenciatura en Historia de la Universidad de Chile, contactados por el centro de alumnos, fueron a dar una charla para explicarnos y contextualizarnos sobre los movimientos estudiantiles chilenos, especialmente el movimiento que se está llevando a cabo este año –cabe hacer notar que sólo se ocupó un bloque de clases para realizar esta actividad. Sobre la flexibilidad de horarios, también tengo a todos mis compañeros de media que me avalan. Las clases siempre fueron normales, a pesar de la contingencia nacional –no estoy diciendo que esto haya sido malo o bueno, sino simplemente estoy informando–. Las veces que una cantidad no menor de estudiantes no entró a clases, fueron paros internos no autorizados, ya que fue la única manera que encontramos para poder expresar lo que pensábamos, para poder manifestar nuestra opinión, debido a la dura represión intelectual. Pero no todo llega aquí señores, no. Recuerdo que un día de paro interno, los alumnos que no ingresamos a clases nos quedamos en el patio de honor, sentados. Minutos después, vimos como el inspector de patio nos bloqueó el acceso al segundo piso con unas rejas. Quizás éstas no eran muy eficientes, debido a lo endeble y livianas que eran, pero lo que más importa aquí es la intención. Encerrarnos fue una clara muestra de lo que se cree en dirección: los estudiantes son delincuentes, vándalos, por eso merecen estar tras las rejas. Reprímelos, sanciónalos.
En otra ocasión, un día martes –si mal no recuerdo–, otro día de paro interno, en el tercer bloque de clases, decidimos pegar mensajes con hojas de cuaderno, manifestando nuestra postura. Por ejemplo, recuerdo haber leído: “No más lucro para la lacra”, “Educación de calidad ahora”, “La educación es un derecho, no un privilegio”, etc. Se pusieron de éstos por muchas partes del colegio. Cuando iba a ser hora de almuerzo, me informan que inspectoras le andaban diciendo a nuestros compañeros más pequeños que sacaran los papeles, simulando un juego. Bajo, ¿no? Utilizando niños para hacer el trabajo sucio. Luego, con mis propios ojos, veo cuando la inspectora de pasillo del tercer piso, comienza a sacar los papeles, arrugándolos y rompiéndolos, con el ceño marcadamente fruncido, dejando ver en su mirada y en su actitud: “aquí yo soy la autoridad, así que si yo digo que no puedes expresarte, no lo harás”. Recordemos que es un Derecho Humano el poder expresarse: “(…) Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideraciones de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección y gusto (…)”.
Otro punto que me parece muy importante destacar, es aquel que dice: “(…) Hemos conversado largamente con los responsables de las tomas, pero ellos han demostrado total intransigencia para deponerla (…)”. Sí, se ha conversado largamente –y vaya que es verdad esto–, pero en cuanto a la intransigencia que recriminan en deponer la toma, disiento. En los diálogos que se han establecido –esos diálogos que se recalcan en la carta, los cuales “han sido fundamentales en sus colegios”– se ha dejado en claro que antes de pronunciar cualquier decisión, se tiene que consultar en una asamblea, para que todo sea un proceso democrático. Otra cosa es que se asuma que no se va a deponer la toma, como seres despóticos, muy comunes en nuestro colegio –no se ven físicamente, ya que la autoridad no sale mucho de su guarida. Asimismo, decir que hemos sido intransigentes en cuanto a deponer la toma, es desconocer que se llegó a un acuerdo. Este acuerdo, como todos ya deberían saber, consiste en que el día viernes 26 de agosto se hará una votación para ver si se depone o no la toma. ¿Es acaso esto inflexibilidad?
En cuanto al petitorio, hasta lo que yo sé –que es la información oficial–, el petitorio no fue acogido, solamente se dio respuesta a los 10 puntos que decidimos que eran los más importantes. Y tampoco fueron acogidos en su totalidad, así que decir que el petitorio –completo– fue acogido es faltar a la verdad. Sobre la misma, decir que como, supuestamente, se aceptó el petitorio, se depondría la toma, es otra falsedad, puesto que, como se dijo anteriormente, toda decisión se iba a consultar en una asamblea.
Para finalizar, me referiré a lo dicho en el párrafo número doce: “(…) pues estas tomas han sido estimuladas y apoyadas desde instancias ajenas al colegio y no responden a motivaciones que den cuenta de insatisfacción interna, de modo que los petitorios que han presentado los estudiantes tienen como objetivo legitimar una acción de fuerza que es, desde su génesis completamente ilegítima. Prueba de ello es que, para realizarla, un grupo pequeño de nuestros estudiantes recibió apoyo de un grupo mayor de jóvenes que no pertenecen a nuestros colegios y si corresponden a alumnos de otros colegios del sector o universitarios completamente ajenos a nuestra comunidad educativa (…)”. ¿Que acaso la toma no responde a insatisfacción interna? Me parece que antes de enunciar cualquier cosa, se debe estar informado. Aproximadamente el 75% de los alumnos de media votaron a favor de la toma el día viernes 19 de agosto, posterior a la noche que se tomó el colegio, no me parece una minoría, ni mucho menos que la toma no responde a insatisfacción por parte del alumnado. Por otro lado, que mis compañeros que se tomaron el colegio hayan recibido un poco de ayuda de agentes externos a sus colegios, no me parece para nada malo, responde a los objetivos transversales que como educadores, me imagino, pretenden inculcar en el estudiantado: el trabajo en equipo, pero no con las personas con las que siempre se interactúa. Vivimos en sociedad, las personas nuevas van a aparecer siempre y aprender a trabajar con ellas es valiosísimo.